¿A qué caminos nos lleva cultura?
Filosofía, la literatura y la poesía, son raíz en la obra de Aixa Portero. María Zambrano, Platón, Ortega y Gasset y Heidegger están presentes no sólo en la obra que aquí se presenta, Alicia a través de la raíz, sino en toda su producción artística, que además, gira en torno en torno a la resiliencia y la libertad, y cuyo hilo conductor es la Cultura de Paz(1). Y en este caso la obra de arte está determinada, no sólo por los sucesos y acontecimientos históricos que marcan la vida de un artista, en el caso de Aixa Portero, es además, la violencia -en una de sus más horribles manifestaciones- la que ha marcado su vida y obra para siempre.
Estos ingredientes han dado como resultado una iconografía propia y personal en la artista. Una iconografía con múltiples lecturas. ¿No va de eso, al fin y al cabo, el arte? Además de crisálidas, pájaros, plumas, venus… son el libro, el árbol, la raíz, y las ramas, algunos de los símbolos iconográficos que dan vida a sus creaciones; piezas de gran belleza como cunas-nido, libros-pájaro o raíces que se tornan ramas en alusión a la libertad interior y a la resiliencia, son solo algunos ejemplos. Está, por lo tanto, la naturaleza presente en su obra. Es lógico, además, si tenemos en cuenta que el ser humano se manifiesta en y a través de la naturaleza.
En esta ocasión, Aixa presenta un paisaje a través de un bosque –un tanto peculiar- al que nos invita a entrar.
¿Cruzamos el bosque?
Cada aventura comienza con un primer paso (Gato de Cheshire)
El bosque ha estado presente en la historia del arte a través (principalmente) de la pintura; Diferentes pintores, a lo largo de diversas épocas y estilos, supieron capturar la energía del mismo, sirviendo sus obras además de inspiración para el mundo del cine. También ha estado y está presente de distintas maneras en nuestro imaginario, siendo por lo tanto muchas las connotaciones que podemos encontrar en un bosque. Gracias a la literatura occidental, nos enfrentamos a tres visones: terror, supervivencia o refugio, y en cierta medida, las tres están presentes aquí.
En su obra, Aixa Portero no presenta un bosque encantado, aunque lluevan letras de los árboles y su sombra proyecte en los árboles motivos un tanto fantasmagóricos. Tampoco sugiere terror, remite más bien a ese miedo que está latente en nosotros, como consecuencia de la sociedad en la que vivimos inmersos, donde parece que cada vez nos alejamos más los unos de los otros, donde la capacidad de dialogar se va perdiendo cada vez más.
Las mujeres siguen luchando por tener voz y ser eco de aquellas otras voces que perdieron su voz; donde algo o alguien parece querer alejarnos de la cultura; donde la violencia parece campar a sus anchas.
Hay que salir de aquí. Pero, ¿Cómo?
-¿Podrías decirme, por favor, qué camino debo seguir para salir de aquí? -Eso depende en gran parte del sitio al que quieras llegar. – No me importa mucho el sitio… – Entonces tampoco importa mucho el camino que tomes. (Alicia y el Gato de Cheshire).
La idea de supervivencia, de sobrevivir a todo esto, la búsqueda de la verdad, de la comunicación, de la igualdad, de la paz, nos lleva a adentrarnos en este bosque, donde un color rojizo llama poderosamente nuestra atención y nos invita a cruzarlo. ¿Es atardecer o un inminente incendio? Un sonido nos acompaña en nuestro recorrido por este abrupto bosque. ¿Por dónde seguir? ¿Qué camino tomar? ¿Conseguiremos cruzarlo? ¿Dónde nos llevarán la escucha y nuestra búsqueda del diálogo, de la comunicación, de la cultura y de la paz?
Este bosque esconde un refugio.
Si no sabes a dónde vas, cualquier camino te llevará allí. (Alicia y el gato de Cheshire).
Alicia a través de la raíz
Alicia a través de la raíz, hace un guiño a esa Alicia del libro de Lewis Carroll “Alicia en el país de las maravillas” y de «A través del espejo y lo que Alicia encontró allí». Ella será nuestro alter ego, y la raíz, pieza clave en la producción artística de Aixa por su significado (lo profundo, lo arraigado, lo que tenemos en nuestro interior; nuestros miedos, frustraciones, inquietudes…) y a la que dota de uno nuevo al convertirla en rama (libertad interior, capacidad del ser humano a través de la resiliencia de sacar a la luz eso que llevamos dentro bien escondido) será el punto de unión entre dos mundos que se nos presentan a modo de bosques.
Aixa crea de manera digital un paisaje bucólico, que en cierto modo recuerda a los paisajes que nos han acompañado, en diferentes estilos pictóricos, a lo largo de la historia del arte, pero cuya diferencia radica en que es un bosque de letras.
Portero deja, en esta obra, de lado el libro -pieza fundamental en su trayectoria como símbolo de intelectualidad y libertad- (con ellos realizó la instalación Las raíces del vuelo, que bien podría ser un bosque de libros, donde las letras se habían caído al suelo, haciendo referencia a la pérdida de la cultura y la capacidad de reescribirse que tiene el ser humano y la historia), y nos presenta unos árboles cuyas hojas son letras, letras inconexas, que no construyen frases, no comunican, dando así vida a un bosque donde no hay una comunicación real, metáfora de la situación que atraviesa nuestra sociedad. Pero hay esperanza. Los árboles están vivos, las hojas, que han sido sustituidas por letras, van cayendo al suelo, se siembra así la esperanza. Tal vez germine el diálogo y por lo tanto la comunicación.
–Corresponde a una experiencia real, el encontrar un claro al deambular por un bosque(2).
El sonido del bosque se acompaña de extraños sonidos o acordes en nuestro deambular. Sonidos que cambian según donde dirijamos nuestra mirada. ¿O es nuestra mirada la que cambia en función de dónde provengan los sonidos que escuchamos? ¿Acaso esos acordes tratan de guiar nuestros pasos? Poco a poco se van generando en nosotros una sensación y sentimientos únicos que vienen acentuados por la luz atemporal y el color rojizo que envuelve el bosque.
Sorprendentemente, no se tiene miedo a avanzar, hay una cierta luz, hay esperanza. Es hora de escuchar, de ver no solo lo que nos rodea, sino de ir más allá.
¿Qué hay ahí? Los susurros del bosque nos llevan hacia lo que parece un impresionante y bellísimo árbol desnudo blanco, pero no es lo que parece. Es una gran raíz que se ha convertido en ramas. Un agujero nos llama y atrae. Caemos.
Escucha.
«Los árboles son santuarios. Cuando hayamos aprendido a escuchar a los árboles, nos sentiremos en casa. Eso es la felicidad«. Hermam Hesse.
Al igual que Alicia cayó en su día por el agujero a un nuevo mundo, nosotros lo haremos a través de la raíz, un sonido envolvente y una cegadora luz blanca nos traslada a una sala blanca, pura. Un refugio de paz.
Deambulamos ahora por un nuevo bosque, que, alejado estéticamente de la imagen bucólica recurrente, se nos presenta como un bosque conceptual del siglo XXI, en el que los árboles se han convertido en cintas de luz donde ya no hay letras inconexas, sino sobre las que se proyectan poemas de paz escritos por mujeres españolas desde el siglo XV en adelante. La voz de Aixa Portero hace eco de algunas de las palabras, a veces frases sueltas de entre estos versos, construyendo un nuevo poema.
Este nuevo claro, es el lugar de la voz, de la escucha.
La felicidad es posible.
–El claro es un espacio abierto para la voz […] el claro lugar de la escucha, lugar de la voz y no solo de la visión(3)
Los sonidos que ahora nos acompañan han dejado de ser irreconocibles. Ahora es una voz clara. La voz nos recita poemas de paz. Hay comunicación. Hay poesía. El sonido nos relaja.
Alicia a través de la raíz es sin duda una obra donde el significado de poético que nos deja Paul Valéry -poético es el lenguaje que oscila entre el sonido y el sentido- cobra más sentido que nunca. Así, poético es ese primer bosque por el que deambulamos y poético es el recorrido que hacemos guiados por una cegadora luz blanca. Un viaje a través de la raíz que separa dos mundos: aquel inconexo que dejamos atrás en la superficie antes de caer por la raíz y aquel profundo que es refugio de comunicación, poesía y cultura de paz.
Para este alegato a la paz que es Alicia a través de la raíz, se ha contado con los poemas de: Florencia del Pinar del siglo XV; Santa Teresa de Jesús, Luisa Sigea y Luisa de Carvajal y Mendoza del siglo XVI; Catalina Clara de Guzmán y Sor Manuela de San Félix del siglo XVII; María Gertrudis Hore, Margarita Hickey y Mª Rosa Gálvez, del siglo XVIII; Gertrudis Gómez de Avellaneda, Carolina Coronado y Concepción de Estevarena, del siglo XIX; Blanca de los Ríos, Concha Espina, Pilar de Valderrama, Lucía Sánchez Saornil, Elisabeth Mulder, Ernestina de Champourcín, Josefina De la Torre, Josefina Romo Arregui, Dolores Catarineu y Susana March, del siglo XX.
1: Cultura de paz: consiste en promover una serie de valores, actitudes y comportamientos, que rechazan la violencia y previenen los conflictos. Tratan de solucionar los problemas mediante el diálogo y la negociación de la obligación entre las personas y las naciones, teniendo en cuenta un punto muy importante que son los derechos, respetándolos e incluyéndolos en esos tratados. Esta fue definida por resolución de la ONU, siendo aprobada por la Organización de las Naciones Unidas el 6 de octubre de 1999 en el Quincuagésimo tercer periodo de sesiones.
2 y 3: Neves, María João (2012): Sobre la metáfora operante de los “claros del bosque” en Ortega y Gasset, Martín Heidegger y María Zambrano. Universidad Nova de Lisboa.
Victoria Arribas Roldán