En la obra de Aixa Portero siempre se ha mantenido una amplia manifestación creativa, con los más diversos asuntos artísticos interactuando para lograr un estamento superior. Así, a los dibujos y a la pintura, le han sucedido otras posiciones plásticas. Es hacedora nata, manipuladora ejerciente de la materia, dominadora de los elementos constitutivos y, por tanto, su ejercicio no se queda en mínimas circunstancias compositivas sino que domina los enclaves de una escultura personal donde la forma desencadena las mejores situaciones estéticas. También es una valiente y decidida intervencionista de espacios; sus instalaciones no son meras argumentaciones buscando fáciles empatías sino que están planteadas desde sabias posiciones conceptuales que se definen en acertadísimos enclaves intervencionistas. Al mismo tiempo Aixa Portero, con una clarividente facilidad creativa, se vale de todos estos registros compositivos para realizar una obra totalitaria donde todo es susceptible de conjugarse en una definitiva y esclarecedora posición donde todos los elementos intervinientes ocupan su espacio estructural formando un todo definitivo. Todo, sin desechar las nuevas tecnologías, a las que acude cuando el argumento de la obra lo exige en ese afán estructural de obra abierta a todo y con todo para sostener ese concepto de amplísima estructura compositiva.
En cuanto al desarrollo del trabajo de esta artista, nunca ha estado dentro de pacatas intenciones estéticas; todo lo contrario; su base sustentante ha sido una conciencia social poderosa producto de fuertes vivencias que le han generado una pasional posición creativa. En ese segmento conceptual la vimos al inicio de su carrera; una artista que, entonces, desarrollaba una obra de marcado sentido, con argumentaciones descarnadas en torno a una problemática existencial bastante fuerte. Ella, no obstante, realizaba una sutil manifestación en torno a una búsqueda desesperada de paz que atemperara la dureza existente y lograra una potenciación definitiva de los derechos humanos. Eran obras de fuerte dimensión autobiográfica, que desentrañaban claras posiciones vivenciales.
La obra de Aixa Portero está, además, preñada de efluvios poéticos; una poesía esencial, intimista, que deja unos regustos de espiritualidad donde tiene cabida todo cuanto presentimos, aquello que llega a ser –también lo que no puede ser por ser ajeno a lo que es– y que abre las perspectivas de unos sentimientos donde la realidad pierde sus fronteras representativas y acalla su discurso; un discurso que es, a su vez, posible porque deja abierto un hilo conductor del que tirar y hacer visible lo invisible. En este sentido el trabajo de Aixa mira a la naturaleza, a la esencia de una verdad que ilumina el rostro esquivo de lo imposible. En sus obras aparecen árboles, nidos, pájaros, bosques que atrapan con su ramaje embaucador, rocas que se desgajan y dejan la presunción eterna de signos como fósiles de una entidad a contracorriente.
Muy digno de señalar a lo largo de la carrera de esta artista ha sido la constante preocupación por la entidad humana relacionada con la cultura, allí donde se aúna lo social con ese espíritu que se esconde tras el desarrollo cultural de los pueblos. Una constante referencia en su obra ha sido el libro; un libro que es eje de todo; continente y contenido, ausencia y presencia; íntima dualidad que nos hace surcar caminos por donde circula la esencia de todo. El libro en la obra de Aixa es un nudo ferroviario donde se estaciona el tren del saber, aquello que contiene la realidad misma y la que no lo es. Libros como templos silentes donde se cobija un universo de sensaciones, de emociones, de raíces que sustentan la naturaleza de la existencia, aquello que unifica la vieja unidad cultural y abre los horizontes imprevisibles de la verdad.
En las sucesivas obras y series de esta artista –Poiesis, Las raíces del vuelo, Glifos natura, Raíz Pájaro y Piedra Raíz, entre otras– se encuentra la génesis de una conciencia artística que no se limita a la plasmación afortunada de una realidad estética y formal sino que se constata en un universo de verdades, aquellas que mantienen en vilo una creación basada en un concepto muy bien planteado desde una posición culta, meditada, basada en el conocimiento, en la experiencia y en el desarrollo existencial de una vida comprometida.
Siempre me ha interesado en la obra de Aixa Portero ese paso adelante que se aprecia porque sus piezas no son meras situaciones representativas sino que, con muchos y acertados registros compositivos, envuelven al espectador de un compromiso que le hace intervenir y hacerse cómplice de la intención de la artista. Además, su obra goza de un espíritu tan amplio y tan ecuménico que acapara el interés y la comprensión general. Así, en Bielorrusia, donde fue la primera española en exponer en el Museo Nacional de Arte Contemporáneo de aquel país; ahora en Málaga, con esta muestra que va a convertir los espacios de La Coracha en un amplio escenario donde la vasta y pasional iconografía de Aixa se hace presente para que el alma expectante del observador sea pellizcada por ese guiño mediato que plantea cada obra; o, en La Alhambra, donde ha sido invitada de excepción a los mágicos espacios que albergan la historia y el embrujo de aquella mítica Granada que se quedó eternamente, con objeto de que su mirada escrutadora, valiente y única, rescate toda la esencia que allí se cobija, la obra de Aixa suscribe un contenido grito de vida; un bello canto de paz por el mundo, una melodiosa canción con letras –sus piezas, sus esculturas, sus instalaciones, esos bosques llenos de libros o esos pájaros que encierran una particular mitología no son más que bellos poemas artísticos– que describen la paz, el mundo, la cultura, el ser humano, la existencia.
Como escribí no hace mucho refiriéndome al trabajo de esta artista, no puedo terminar nada más que con aquellas palabras: “Cuando el arte y la vida mantiene dialécticas enfrentadas, cuando la sociedad sugiere permanente estados cuestionables, la obra de Aixa Portero abre bellas perspectivas que siguen haciendo soñar”.
Bernardo Palomo
El CAC Málaga muestra el primer tour virtual de la sala expositiva de CAC Málaga – La Coracha realizado en colaboración con el fotógrafo malagueño, José Luis Gutiérrez. Este tour virtual permite ofrecer a los espectadores la posibilidad de recorrer de forma online la exposición Pax Natura de la artista malagueña Aixa Portero que se pudo ver en la sala expositiva de CAC Málaga – La Coracha hasta el pasado 25 de septiembre.
El tour virtual de la exposición de Pax Natura de la artista Aixa Portero, comisariada por Almudena Ríos, muestra una selección de las series más importantes de la trayectoria artística de Aixa Portero compuesta por casi una veintena de obras, 248 piezas entre pintura, fotografía, dibujo, escultura e instalación de diferentes formatos que recorre el período de 2015 hasta la actualidad. Incluyendo en las zonas de interés puntos de información, sonidos, vídeos, enlaces externos, para apreciar todos los detalles de las obras expuestas y conseguir que el visitante tenga una experiencia totalmente inmersiva.
Dentro del tour virtual podrán completar su experiencia profundizando en la información relativa de cada uno de las obras además de una visita comentada realizada por la artista de 13:13 minutos de duración donde selecciona las obras más representativas de la muestra.
El espectador podrá adentrarse en las obras de Aixa Portero que reflexionan sobre la paz desde la naturaleza refiriéndose a la parte más intrínseca de la propia paz, mostrando su naturaleza interior y exterior, desde el origen.
José Luis Gutiérrez es un fotógrafo malagueño cuyo estudio desarrolla su actividad en el ámbito de la fotografía comercial y publicitaria, en el que ha llevado a cabo multitud de encargos en muy diferentes campos de la fotografía, como alimentación, moda, arquitectura e interiorismo, campañas publicitarias, visitas virtuales 360º de alta calidad y muy especialmente reproducción de obras de arte y fotografía para museos.
Su trabajo ha sido reconocido con galardones como el Premio Echo Gold Award, Premio Imán de Plata y el Premio Agripina de Publicidad en la categoría de fotografía publicitaria.
El tour virtual estará disponible hasta final de año.