Alas que también tejen los nidos de un vuelo al que cantan. La crisálida detiene el instante: es presente, es urna-incubadora refugio del neonato. Pero es un nido polisémico: es continente, es contenido. Del árbol brota música en su pecho, nacen plumas de raíces-ramas inertes, germina savia de la crisálida muerta, emana la vida desde la piedra, los medios naturales se invierten, y el vacío se transforma en un generador creativo. Es un canto que nos acerca al ser humano desde las emociones que nos unen a la vida, y hacen que resistamos…
Aixa Portero