REFLEXIONES DESDE Y PARA LA MEMORIA
Por Aixa Portero
Por Aixa Portero
Transformación, es un concepto que interviene en cada uno de los momentos que construyen la historia del ser humano. Estamos inmersos dentro de esa fuerza que genera cambios; cambios de comportamiento, de pensamiento, de interpretación… Pero no sólo actúan a nivel individual o colectivo, ni tampoco en un crecimiento positivo de actuación personal o negativo, sino que conforma una realidad de valores en continuo movimiento.
Sin lugar a duda, la violencia, ha sufrido en ese paseo temporal, numerosas transformaciones; transformaciones que no parecen haber aprendido de sus errores, sino que los prolongan en un orden plural de servilismo a la ilógica capacidad del ser humano por inadaptarse a una “ética natural”. En una época como la nuestra donde hemos aprendido a vivir con un eterno cotidiano violento, cabría hacernos la pregunta: ¿puede todavía el ser humano reaccionar ante ese mercado insensible que anega a una sociedad falta de principios o, por el contrario, hemos cambiado ese alma a la que hacía referencia Horacio, para adentrarnos en una realidad desconsoladora aceptada por ilusa lejanía?
Querría tener la respuesta colectiva a esa pregunta, pero en los márgenes en los que se mueve nuestra conciencia, es imposible idealizar los parámetros en los que se expresa la práctica del sentimiento común. Sólo y bajo la injusta amalgama de experiencias que median entre la percepción individual y la consideración unitaria del hecho violento, podremos descifrar, si ha sido el cinismo el que se ha apoderado del consuelo que “no nos toca” o por el contrario la experiencia de inocencia responde, no sin dificultad, al consuelo activo y militante de la lucha por la supervivencia.
Con todo esto desearía no tener nunca que desistir a la protesta de injusticia que se fabrica como reacción interna al “instinto” de conservación social y también plantear bajo el concepto de individualidad una penúltima pregunta: ¿somos víctimas de nuestra inocencia o es la inocencia víctima de nuestra violencia?