Trans-Apariencias

TRANS-APARIENCIAS

Por Aixa Portero

Muchas culturas entienden el jardín como un espacio donde se manifiesta la esencia creativa, que invita a meditar sobre la vida profunda. Granada es un ejemplo de cultura de jardín. Cuando comencé a trabajar sobre esta ciudad, elegí la fuente y el estanque como sus elementos más representativos (Alhambra, Generalife, patios andaluces, …).

 

El proyecto intenta reflejar los espacios vacíos de nuestra cultura. Es en esta clase de espacios, eminentemente dinámicos y activos, en los que alcanzamos la plenitud. Una quietud donde los mundos visible e invisible se unen, abriéndonos una puerta para el entendimiento de todo aquello que nos rodea. No hay apenas espacios vacíos que nos permitan encontrarnos con nosotros mismos para pensar.

 

La armonía se ve remplazada por la inestabilidad. La ansiedad es el mal del mundo. La presente obra es una alegoría del jardín, un intento de recrear un espacio abierto dentro de uno cerrado, de hacer brotar en la mente del espectador una contradicción entre la ausencia tangible del espacio abierto y la presencia de un edificio que contiene las sombras de la ciudad.

 

Se cubrió el interior del patio del Palacio de los Condes de Gabia, lugar de obligada circulación para todo aquél que lo visitara, con un elemento que permitiera a la luz atravesarlo y, a la vez, proyectar sobre el suelo sombras en movimiento (a causa de la reflexión de formas sobre el agua).

Para este propósito, elegí tela de andamio gris, similar a aquélla que encontramos en los andamios de la ciudad que envuelven a los edificios en proceso de restauración o construcción.

 

Esta tela gris funciona a modo de cielo al mismo tiempo que sostiene otras piezas hechas del mismo material que se superponen consiguiendo distintos grados de opacidad con lo que por una parte configuran las silueta de una supuesta ciudad sobre la tela base y, por otro lado, proyectan sombras no definidas sobre el suelo del patio. Esta tela de andamio está sujeta al primer piso mediante un marco de madera al cuál se fija la citada tela.

 

El balcón se configura como un elemento que permitirá al espectador acercarse a la obra con otra perspectiva. Es un lugar de tránsito que ofrece al recuerdo la sensación de una presencia viva del paisaje y la cultura española. Él es el pasaje desde el interior al exterior, desde lo privado a lo público, de ahí que sea elegido como peana de la obra. El modelo arquitectónico juega un papel preponderante, ya que como sistema de sujeciones constructivas y funcionales forma parte indispensable de la obra creada.

 

Por otra parte, y con el fin de dotar a la instalación de una mayor integración con la arquitectura circundante, así como recrear espacios exteriores muy ligados a la ciudad de Granada, se cubre la parte del suelo del patio que rodea a la fuente de un color perceptualmente asociado al agua en reposo del jardín y que se integra con la rama cromática de la arquitectura que sobre él se eleva.

 

El agua, como primer elemento donde se descubre el reflejo, donde se produce un ilusionismo que se debate con el realismo, invirtiéndose la realidad y multiplicándose. Aguas turbias de lo transparente, aquellas en las que el conocerse produjo la muerte de Narciso. El espejo como reagrupador de todas distancias, de todas las ausencias.

 

La dimensión tiempo se concentra en este espacio: los tiempos se superponen. Me interesa romper con el ángulo de observación normal de la obra, lo que hace brotar un sentimiento de distanciamiento con respecto a ellas.

 

Intento cuestionar el ya citado punto de visión de la obra proponer diferentes ángulos, distintas observaciones, que introduzcan al espectador a preguntarse sobre el orden establecido en referencia a las disciplinas artísticas. El reflejo insiste en lo efímero, reforzando lo fugaz de la presencia.