“Todo debe estar acorde con el conjunto del mundo, y con la verdad homogénea del mundo.
No habrá tema alguno preponderante,
todas las obras habrán de ilustrar la ley divina de las expresiones indirectas.
¿Que supones que sea la creación?
¿Que crees que pueda satisfacer al alma, si no es el andar libremente, sin reconocer un superior?
¿Que supones que quiero darte a entender de mil maneras, si no es que el hombre o la mujer valen tanto como Dios?
¿Y que no hay ningún Dios que sea más divino que Tú mismo?
¿Y que éste es el significado último de los mitos antiguos y de los nuevos?
¿Y que tú u otro cualquiera,deberéis llegar a las creaciones a través de tales leyes?”
Walt Whitman
La metafísica podría entenderse como un conocimiento superior a la razón, totalmente intuitivo, un conocimiento asimilado por la intuición intelectual, infinitamente superior a la razón y que termina dominando la existencia humana. Las creaciones de Aixa Portero se presentan ante nosotros como un proceso de absoluta integración entre cuerpo, mente y alma, que convierte cada una de sus piezas en un objeto fruto de la canalización de una intuición superior, absolutamente punzante, que debe ser materializada por las manos de la artista.
Las producciones más recientes de Portero son fruto de un peregrinaje profesional y vital que da como resultado un despertar. Pareciera como si al cerrar un libro tras otro y al acumular conocimientos y experiencias anduviéramos sin rumbo y no hallásemos sosiego, y lo que realmente hacemos, es avanzar kilométricamente en dimensiones espacio-temporales dentro de lo más íntimo de nuestro ser. De ahí que «aquello que sigue a las explicaciones sobre la naturaleza», la metafísica, fuese una doctrina que Aristóteles trató de forma especial, como se tratan las cosas que implican un «algo más» de lo que se percibe a simple vista.
Su trabajo, muestra una fragilidad sostenida, exacerbando quizá, una poética del instante. Parece que quisiera cristalizar la belleza fugaz de aquellas ínfimas cosas que guardan el secreto de vida misma incluso. Así, podremos entender el juego que nuestra artista guarda con la textura significativa y simbólica de sus crisálidas y mariposas, ya que en ellas, quizá, encontremos siempre la mejor metáfora del sentido existencial y universal de lo que es el camino vital de un individuo, tanto a nivel material, como espiritual.
Aixa pretende hilar el sentido, congelar el tiempo, cristalizar la misma belleza. De-construye una urdimbre para querer, a su vez, atrapar el instante eterno en(-tre) sus “pequeñas” y sutiles páginas. De ahí sus frágiles hilos blancos, su delicadas y dibujísticas raíces o sus casi invisibles mallas. De ahí también la belleza de una hoja caída, que ella inmoviliza (y salva) con una aguja y un hilo; un hilo comunicante, a punto de desprenderse del mismo sentido que ella parece abrazar, que es el de la misma vida, el de la misma belleza, esa que parece, tan fugaz y eterna.
Aixa nos eriza la piel con su extrema sensibilidad cuando leemos en uno de sus libros:
“Viste con cristales esos sueños, quiere ser golondrina, quiere ser mariposa
(con contornos heridos)
Tener alas ligeras, bajo el cielo volar; emerger sumergida,
ir al sol por la escala luminosa de un rayo”
Difícil es seguir escribiendo cuando leemos y vemos en su obra, algo tan esencial, tan silencioso y sutil. Parece que con nuestra respiración incluso, fuéramos a romper ese delicado instante que ella ha logrado perpetuar para nosotros, y con el más mínimo movimiento brusco, fuera a desmoronarse como un castillo de naipes, o volar en el aire como las hojas en otoño o que cualquier pensamiento inadecuado o cualquier palabra ajena, detonaría ese maravilloso instante que casi todas sus obras construyen.
Sus trabajos más reciente nos separan del mundanal ruido o del ruido mundano de nuestra mente alocada, pero al tiempo, sus obras nos sitúan en un punto de tensión existencial, como si estuviéramos pasando por una cuerda floja, y al caer, las palabras fueran a borrarse de las páginas de nuestra vida, de una vez por todas… arrastrando la memoria con ellas, trapasando lo catártico, afianzando la poiesis2 de todas sus creaciones, justificando con ella su necesidad de que estas vean la luz.
Técnicamente la artista hace emerger de cada traza material y espiritual una nueva forma que sublima la anterior, dándole quizá un sentido más elevado y superior al fusionar ambos retales, que parecen haberse encontrado en ella, para sintetizarse a la perfección.
Noemi Mendez
Profesional del sector editorial, cultural y de comunicación
1. Leyes para las creaciones del libro de poemas de Walt Whitman Hojas de Hierba, 1855. 2 Poiesis es un término griego que significa ‘creación’ o ‘producción’, derivado de ποιέω, ‘hacer’ o ‘crear’. Platón define en El banquete el término poiesis como «la causa que convierte cualquier cosa que consideremos de no-ser a ser». Se entiende por poiesis todo proceso creativo. Es una forma de conocimiento y también una forma lúdica: la expresión no excluye el juego.