La mariposa es símbolo de la metamorfosis de la vida. De la voluntad por transformar de modo radical su realidad física y espiritual. Ya hemos visto cómo El poeta nicaragüense Rubén Darío (1867-1916), en los versos reseñados, dibujaba metafóricamente a Hipsípila emergiendo de la crisálida, abandonando el confortable resguardo dorado –eso significa, precisamente, el término griego Khrysallis, “de oro”- y lanzándose a volar hacia la vida adulta. Como lepidóptero que es la mariposa, sus raíces semánticas -lépido (escama) y ptero (ala)- nos traen ecos de dos mundos contrapuestos: el acuático, pues solemos asociar las escamas a la figura de los peces, y el aéreo.
Ivan De La Torre