Cierto es que las obras de Aixa Portero trascienden la herencia de una tradición artística de tanta potencia y recorrido histórico como la andaluza, que como correa de transmisión de una potente escuela pictórica que hunde sus raíces en el Barroco, se vio revitalizada a partir de la década de los ochenta del pasado siglo con las corrientes neofigurativas y se ha reinventado y proyectado hacia el mundo precisamente poniéndose en tela de juicio y subvirtiendo esas raíces. Tras una lectura superficial, la obra de la creadora malagueña pudiera parecer muy ajena a estas esferas de influencia, por su carácter instalativo, por su cariz estético alejado de complejos y por un talante que, sin llegar a ser reivindicativo, si está muy concienciado con su propia realidad y vicisitud y la de la mujer como artista.
Ivan de La Torre Amerighi