Querría tener la respuesta colectiva a esa pregunta, pero en los márgenes en los que se mueve nuestra conciencia, es imposible idealizar los parámetros en los que se expresa la práctica del sentimiento común. Sólo y bajo la injusta amalgama de experiencias que median entre la percepción individual y la consideración unitaria del hecho violento, podremos descifrar, si ha sido el cinismo el que se ha apoderado del consuelo que “no nos toca” o por el contrario la experiencia de inocencia responde, no sin dificultad, al consuelo activo y militante de la lucha por la supervivencia.