En múltiples ocasiones, en el arte contemporáneo, el contenido ha fagocitado todo aquello que se encontraba a su alrededor y el mensaje llegaba hasta el espectador como un documento desprovisto de artisticidad; en otras etapas de la historia del arte era el bello contenedor el que se despreocupaba del público, no tratando de comunicar nada: la interacción se agotaba en un monólogo hedonista (y esteticista). Son extremos. Y la obra de Aixa no se mueve en el extremo, sino en el equilibrio. Su obra comunica y, al tiempo nos traslada (saber qué o hacia dónde traslada exige la participación activa de todos los actores) un mensaje articulado en equilibrio, armónico, cautivador.
Ivan de La Torre Amerighi